Lanas e hilos

Sigo con mi aventura hilandera. Hoy he tenido mi última clase de hilado en el estudio téxtil Indigo. Cardé un poco e hilé en rueca. Las cosas no son tan fáciles como parecen antes de hacerlas, pero después le coges el truco y sigues adelante.




Primero hay que poner la lana en la carda. Cuando la ves parece bastante fea y no esperas gran cosa. 

Lana sin cardar

Hay que procurar que no salga por arriba, que las puntas estén abajo, no meterla demasiado profundo y tampoco demasiado poco, no pincharse, extenderla con regularidad... Más o menos así.

Lana en carda

Cuando esto ya está hecho, poco a poco desde abajo empiezas a cardar. Y eso casi es lo más difícil físicamente porque los músculos "cardaderos" de las personas modernas están completamente atrofiados. Por lo menos los míos lo están y ahora mismo tengo agujetas... en los hombros. 

Cuando ya has cardado un rato, puedes ver la metamorfosis tan sorprendente. De la lana feucha ya no hay ni rastro, se ha convertido en unos pelos finos, bonitos y suaves.

Lana peinada

Cuando la lana ya está bien peinada y los hombros lo bastante doloridos, se puede hacer una croqueta y con orgullo echar un vistazo a las que ya están hechas.

Las croquetas laneras

Y ahora, ¡a hilar! Al principio no sabrás cómo hacer que el hilo salga finito ni igualito. Pero puedes consolarte con que será un hilo "de fantasía" con grumos. Te prometo que el dolor de dedos, pierna (sólo una, la que pedalea) y hombros con el tiempo pasa.

Lana en bobina

Cuando ya es de noche y tienes que irte a casa, con orgullo puedes llevarte tu primera madeja hilada a rueca. Aún tienes mucho tiempo para pensar, que vas a tejer de ella (porque no sale gran cosa) y decidir si la vas a guardar sin hacer nada, simplemente por su enorme valor sentimental.

Mi primera madeja hilada en rueca