Ya más o menos un año ando con ganas de aprender a hilar. Y durante este tiempo he hecho algunos progresos. Lo primero que hice fue buscarme una rueca. Pero no podría ser una rueca cualquiera. Yo quería una antigua y de mi tierra. Será por patriotismo o cultura visual, no lo sé, pero no me van las ruecas modernas de contrachapada, simplemente no me gustan, me parecen demasiado planas y frías.
Ya hace un mes o por ahí que por fin acabé mi pañuelo XXL de lana letona de un cabo. Lo había empezado en verano, pero lo dejé. Y no por calor, tejía lana con 30º silbando, sino porque el pañuelo ya ocupaba tanto sitio que no podía meterlo en mi bolsita de labores.
Ayer tuvimos nuestra primera clase del Taller de las manoplas letonas. Las dos horas pasaron muy rápido y espero que eran lo suficientemente entretenidas. Muchas gracias a todas las participantes por su ilusión de aprender, ganas de trabajar y paciencia. Y también al personal de la cafetería Nänai que nos facilitó suficiente sitio y luz.
Gracias a los consejos de Álvaro ya tengo pensadas algunas mejoras y voy a trabajar para poder agilizar el trabajo en general, la distribución de lanas y diseños de acuerdo con el nivel de cada tejedora. Pero eso para más adelante. Ahora mismo con impaciencia espero la siguiente clase.
Como es evidente, me gusta hacer punto y me gusta hacer cosas lo suficientemente complicadas, relativamente grandes y planas, así que eso de jerseyes y chaquetas por el momento se ha quedado pa´tras. Mi sueño es hacer unas cortinas de punto caladas caladas para mi studio que aún no tengo.
Sigo con mi aventura hilandera. Hoy he tenido mi última clase de hilado en el estudio téxtil Indigo. Cardé un poco e hilé en rueca. Las cosas no son tan fáciles como parecen antes de hacerlas, pero después le coges el truco y sigues adelante.
Hoy he tenido una experiencia muy inspiradora: ¡por fin he hilado! Ya hace mucho que tenía ganas de aprender a hacerlo, aprender este arte tan antiguo y sencillo de torcer fibras que sin duda practicaban y disfrutaban muchas de mis antepasadas.
En la aparición de esas ganas tan raras en nuestro mundo industrial y al mismo tiempo tan habituales y en cierto modo sorprendentemente tardías en la comunidad mundial de artesanía la culpa la tiene Ravelryymis ganas de nuevos retos.
También aprovecho la posibilidad de una vez más decir ¡Muchas gracias! a mi profesora Lala de Dios y su estudio textil Indigo donde se puede encontrar cosas bonitas e inesperadas.
